Las mieles de la soledad.

Las mieles de la soledad.

El ser humano es un ser social por naturaleza. Por más que estemos solos, generalmente pensando en otra persona, o comunicándonos por las líneas digitales. Pero cuando hablamos de soledad, hoy me quiero referir a la soledad de pareja. Esa extraña etapa en la vida que nos toca estar solos.

Todos hemos crecido con el ridículo cuento del Príncipe Azul y la Princesa, eue inconscientemente nos pasamos buscando eso, nosotros los machos disimulamos ser el Príncipe Encantador y las hermosas damas, las princesitas que tienen que ser rescatadas de las manos del dragón. Hay una cuestión biológica, que nos dice que el apareamiento humano dura entre 10 a 15 meses, en donde nos enamoramos perdidamente y estamos felices por haber encontrado nuestra alma gemela, pero después de este periodo, nuestro delicado Rayito de Sol, se transforma en otra persona totalmente, donde el verdadero Yo emerge, pero como todo es gradual, vamos aceptando de a poco, pero años después, ni siquiera hay una pizca de la persona de quien nos enamoramos inicialmente y ya convivimos con un desconocido.

¿Qué chingados pasa? Y nada primor, ese periodo de apareamiento es un periodo de coqueteo, donde ambos mostramos nuestro mejor perfil, o aceptamos lo que nos molesta con tal de agradarle a la otra persona. Tenemos tanto miedo a perderla (lo que en verdad tememos es la soledad), que estamos dispuestos a aceptar lo que sea, con tal de que no se vaya de nuestra vida.

La gran pregunta que surge es: ¿Qué estamos dispuestos a perder por estar con esa persona? Estamos muy dispuestos a sacrificar gustos, amistades; estamos dispuestos a sacrificarnos, con tal que esa persona se quede a nuestro lado. Pero el tiempo pasa y pasa; y tantos años de sostener una personalidad que disimulamos ser inicialmente, que finalmente nos olvidamos de nosotros mismos, y solo cuando tienes la oportunidad de resetarte, es donde vagamente recuerdas como eras de soltero.

Una pareja se construye de a 2, ladrillo sobre ladrillo, ambos dejamos de ser Yo para pasar a ser Nosotros, y es tan hermoso tener con quien compartir, es tan lindo sentir la tibieza de otra piel cada noche. Es tan divino, llegar a casa y que te digan “Que tal te fue hoy”. Pero para que eso funcione debe de haber un Nosotros indefectiblemente, no un Yo que todo lo da y la otra parte que todo lo recibe.

Las mieles de la soledad, es el manjar de disfrutar que en verdad un domingo de tarde no necesitas de nadie. Donde bien puedes compartir una tarde de peli con otra persona, visitar a unos amigos, subir un cerro o simplemente arreglar tu jardín. Hagas lo que hagas, lo vas a disfrutar, porque la soledad se disfruta con la compañía de uno mismo. La gente hasta se asusta porque pasas todo un finde encerrado en tu casa, haciendo lo que te gusta, y por sobre todo, sin la necesidad de aceptación de nadie.

Una cosa es estar en soledad porque no “encontrás” pareja, y otra cosa totalmente distinta es no buscar pareja por estar solo. Si bien existen personas que están unidas por décadas y siempre están felices, pero no es la media, la norma es que todos aprendemos a convivir con una realidad que muy pocas veces estamos dispuestos a romperlas. Aceptamos maltratos, humillaciones, discriminaciones con tal de no perder al otro.

Pero qué pasa cuando te bastas solo. Cuando ya en verdad no necesitas de nadie porque solo estas súper bien. Ahí es el momento en donde te das cuenta de lo que vales y no vas a aceptar migajas solo por romper la soledad. O me das el pastel completo o no quiero nada, porque no necesito de un amor tacaño, quiero todo y todo lo quiero en derroche. No se trata de que tengamos el ego por los cielos, sino que entendamos que todos tenemos contraindicaciones. Y tu capullito de rosa, tiene muchas espinas, pero es ahí donde el amor hace lo suyo, es ahí donde, así como amas la rosa, también amas sus espinas, que al final no te molesta, al contrario, las aceptas con mucho cariño.

El día o más bien el periodo de soledad en el cual te encontrarás contigo mismo, que podrás descubrirte nuevamente como persona, el día que ames tus ratos a solas, ese día es el momento donde estarás preparado o preparada, para encontrar tu alma gemela, porque no te vas a dejar torcer por nada, no vas a dejar de ser quien sos, ni vas a tener que aceptar incomodidades, porque no te importa tu soledad, al contrario la amas; y solo vas a dejar de lado cuando en verdad encuentres alguien que sea una mejor compañía que la tuya.

Las mieles de la soledad, es el néctar de amarse a uno mismo, es la abrumadora etapa que no buscamos la aprobación de nadie, donde nos importa un pepino lo que piensen o digan de nosotros, las mieles de la soledad, es un poder magnánimo de no tener miedo de caminar solos por la vida. Nos da las fuerzas de seguir solos por el sendero, y si alguien se va a sumar a nuestro camino, lo queremos a nuestro lado, ni en frente para estirarnos, ni en la espalda para empujarnos; la queremos a nuestro lado, caminando de igual a igual, como compañeros de vida.

El día que no tengamos miedo de perder a nadie, es el momento donde seremos nosotros mismos sin filtro, y es ahí donde la otra parte podrá ver tu esencia sin velos, y decidirá acompañarte, porque, así como ama tus luces también va a disfrutar de tus sombras.

Las mieles de la soledad.

3 comentarios en “Las mieles de la soledad.”

  1. Cristian Santacruz

    Ecelente reflección un espejo un cara a cara con uno mismo …. El camino a decierto donde uno se encuentra a si mismo para que emerja tu mejor versión .

  2. Cristian Santacruz

    Exelente reflección un espejo un cara a cara con uno mismo …. El camino al decierto donde uno se encuentra a si mismo para que emerja tu mejor versión .

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *