Seguí remándola un día a la vez

El otro día me desperté a las 4:00 (como siempre, kore! Legalmente quiero dormir hasta las 6:30 pero no puedo), en fin el punto es que cuando me despierto ya no puedo volver a conciliar el sueño. Estaba acostado con un frío de miércoles, y al prender la luz miré alrededor de mi “cuarto” jajaja como dirían en las novelas mexicanas. Y todo estaba limpio ordenado, lindos muebles, paredes pintadas, cortinas, zapatos ordenados en la zapatera, unas pocas ropas sucias en el cesto ya que no las acumulo por más de 2 días. Todo estaba perfectamente armonioso y en paz, como una revista, arriba tengo mi pieza de un solo ambiente y abajo un enorme taller especializado en la fabricación de cuchillos artesanales. En unos segundos recordé todas las noches que miraba el techo cuando estaba en la residencia universitaria o cuando tocaba dormir en el piso en casa ajena y decía: “Esto es pasajero, solo debo aguatar y remarla un día a la vez”.

Parecía como algo de nunca alcanzar, tener casa, comodidades, etc. Recuerdo cuando terminé la facultad, tenía un ropero, una cama y un título de la UNA, mi cama cambie por un celular con otro “Draculino” (residente) y el ropero le regale a mi querido amigo Icho, otro draculino también. En ese momento sabía que tenía un largo trecho por recorrer todavía, y así fue. La vida siguió avanzando y con sus miles de vueltas que me tocó estar arriba y abajo en varias ocasiones.

El sábado pasado, estábamos trabajando y cada mañana sabatera (no sé si existe esa palabra), en la vereda de enfrente se venden ropas usadas, las chicas me dijeron “Pedro, podemos ir un rato a mirar”, y les dije que con gusto las acompaño. Miramos y buscamos cualquier cosa, venía a mi mente cuando hacía lo mismo en mis épocas de estudiante en el mercado de San Lorenzo, encontré un par de zapatos deportivos que me quedan a medida (siempre es problema ya que calzo 44), y felizmente pagué los 40.000 gs. que pedían por él, y el otro día re chusco me fui al cine con mi hijo al shopping.

Hay que remarla un día a la vez, no importa si hoy toca ser limpiador, vendedor, gerente, director ejecutivo, cada día es único, y debemos de dar todo en ese día, llegar a la cama hecho pelotas, sabiendo que dimos todo y nada dejamos a medias, es lo que hará posible que nuestra realidad cambie.

Y así como yo, después de haber empezado de nuevo por 3ra vez, de aprender a confiar en uno mismo, de saber que el futuro es proporcional al esfuerzo diario que hacemos, va a llegar ese día, en que el fruto de tus sacrificios y privaciones te van a caer sobre tu cabeza, para despertarte y poder mirar y ver todo lo que ya has alcanzado.

Tristemente no creo en que hay un Plan de Dios, más bien creo que él te da las herramientas y sos vos el que debe ejecutar ese plan. El día que renunciaba a mi profesión para dedicarme a fabricar cuchillos, jamás pensé que estarían por otros países y mucho menos llegar a Japón. Pero me enfoque a hacerlo uno a la vez y hoy ya hemos entregado más de 1.000 unidades.

Hay que remarla un día a la vez, y llegará el momento que el fruto de tu esfuerzo vendrá servido en una bandeja de plata, no para que estés conforme, sino para que sigas remándola hasta que vengan en bandejas de oro.

Hay que remarla un día a la vez…

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